Organizar, según la RAE, es poner orden, y esta organización en el mundo
bibliotecario alcanza tanto al espacio (mostrador de información, los puestos
de lectura, etc.) como a las estanterías donde se coloca el fondo bibliográfico. Cuanto
mejor sea la organización general, más eficaz será el desarrollo de las tareas bibliotecarias
y la satisfacción de los usuarios.
Ordenar, según la RAE, es colocar algo de acuerdo con un plan o de modo conveniente.
En el caso de las bibliotecas, la ordenación se hace siguiendo una clasificación establecida que en
la mayoría de los casos es la Clasificación Decimal Universal (CDU), eso genera una notación que se coloca en el tejuelo y que sirve para que cada documento ocupe el lugar que le corresponde.
Pero la confusión llega cuando en un examen de oposición se habla de “organización
del fondo” y “ordenación del fondo”. Igualmente, los manuales en ocasiones
solapan el término, y es cierto que es muy similar, pero para poder
diferenciarlos con claridad diremos que:
La organización del fondo hace referencia a tener bien diferenciadas:
monografías, publicaciones periódicas, audiovisuales, obras de referencia, colecciones
especiales, etc.
La ordenación del fondo es colocar los documentos diferenciados en las estanterías, siguiendo la clasificación correspondiente (algunas bibliotecas tienen su propia clasificación conforme a las necesidades de su fondo y usuarios; un ejemplo es la biblioteca de la Universidad de la Rioja) para el libre acceso y por números currens en los depósitos.
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