Documentación musical: Historia de una guitarra.

PILAR DEL CAMPO PUERTA

Antes de que existiera la música ya existían los objetos que producían sonidos. Tuvo que pasar un tiempo considerado para que esos objetos fueran tomando las diversas formas, con la transformaciones y mejoras correspondientes, hasta llegar a los instrumentos musicales que todos hoy conocemos dentro de las diferentes culturas. Por lo tanto, antes de que surgiera la música escrita, fueron los instrumentos musicales los primeros en formar parte de la documentación musical, incluso podría decirse, que fueron imprescindibles.

Son muchas las instituciones, incluyendo los conservatorios, las que albergan importantes colecciones de instrumentos musicales, desde la perspectiva de la arqueología, la etnografía, la cultura popular, los períodos regios o la rabiosa actualidad, y la mayoría organizan exposiciones para darlos a conocer, por su rareza, exclusividad o por su valor.

Hay que reconocer también que abundan los instrumentos musicales en las colecciones privadas, que pasan primero por un valor económico inicial y que el paso del tiempo les da al alza o la baja. Otro valor no menos importante es el sentimental porque algunos instrumentos llevan muchas décadas a sus espaldas, muchas partituras leídas o adaptadas y muchas horas de ensayos o de representaciones. Por último está el valor de la confusión, que es aquel de: "¿Qué hacemos con esto que era de un antepasado y que ya no tiene uso?".

A esta última cuestión hacemos referencia porque, en muchas ocasiones, los instrumentos que han llegado a manos de músicos profesionales o amateur lo han hecho portando su propia historia que, si no se recoge y se difunde aunque sea dentro del propio entorno, queda en un limbo incierto cuando los instrumentos pasan a generaciones posteriores. Tal vez, en su momento, no se tuvo consciencia de la importancia que el paso del tiempo daría al objeto, pero hay que señalar que la búsqueda de información, la investigación mediante la curiosidad o de manera más profesional, va a aportar a los instrumentos el valor documental suficiente para formar parte de la documentación musical.  

Historia de una guitarra, puede ser un ejemplo de todo lo dicho, y hace referencia a una guitarra elaborada por el taller Ramírez, y que es propiedad de Antonio del Campo Machicado. Y sí, es una curiosidad familiar cercana porque, no hay que olvidar, que cada vida es una historia.

Todo comienza con la fecha de fabricación de la guitarra en 1898. Más tarde, en el año 1946, es cuando mi abuelo regala a mi padre, Antonio del Campo Machicado, esta guitarra para que perfeccionara lo ya aprendido de música, pues era un gran aficionado al sonido de cuerda y desde muy pequeño tocaba la bandurria en el grupo de música de los Salesianos de Atocha. También por los excelentes resultados con los estudios y porque, para más inri, enseñaba dibujo al hijo de su profesor, un tal Sr. Membrillo, que daba clase de dibujo técnico en una Academia asociada a la Renfe, donde estudió. Por eso mi padre se convirtió, a la vez, en discípulo y maestro de los Membrillo.

El citado profesor, tiempo atrás había comprado la guitarra para estimular a su hijo, al que era incapaz de encarrilar en el estudio: “mala es la cuña de la misma madera”, decía siempre. La compró a uno de los hijos del guitarrero Ramírez para más tarde vendérsela a mi abuelo.

La guitarra que de, mano en mano, llegó a mi padre después de un largo viaje, y que siempre se conservó en su estuche rojo aterciopelado, es una de las  piezas familiares más preciadas, que presenta el paso del tiempo y el uso que ha llevado durante toda su existencia, diferenciando el antes y el después de 1946, porque según cuenta mi padre, él tenía otra guitarra, además de la bandurria, para cuando iba de rondalla y, por eso, la guitarra Ramírez, por su valor y exquisitez, no la sacaba nunca a la calle y sólo la tocaba en casa para practicar.

Una vez leído el interesante artículo de Amalia Ramírez, “Breve historia de la familia Ramírez, guitarreros”, se deduce que fue José Ramírez I quien se instaló en 1898 en la calle Concepción Jerónima 2; este artesano fue quien realizó dos guitarras iguales: una para su hijo José Ramírez II y un amigo de este. Dos ejemplares únicos e idénticos, con precio sin precisar.

De José Ramírez II, se sabe que estuvo por Sudamérica como guitarrista de un grupo folclórico, lo mismo que su amigo, de ahí puede deberse el uso que tuvo la guitarra de esta historia, además del uso que posteriormente le diera el mencionado hijo del Sr. Membrillo, y más tarde mi padre.

Si los datos no fallan, parece es una guitarra exclusiva, que se realizara de tamaño más pequeño, sin llegar a guitarrillo, sino como guitarra de acompañamiento para el grupo folclórico, más ligera de peso para transportarla mejor. De hecho su cuerpo es casi tan fino como un violín y sus curvas apenas se notan en la posición de ejecución musical. Tal vez también, con el tiempo, como ya mejoró la acústica en los escenarios, el grupo folclórico se pasara a la guitara flamenca, y esa joya única ya no tenía una función de escenario, sino que quedó para tocar de manera más particular o para el aprendizaje, como fue su uso final. 

La honestidad me lleva a decir que es una guitarra muy querida por mi padre, que en la actualidad se acerca a centenario, y también para nosotros, porque cuando mi hermano (músico de profesión) y yo éramos pequeños y el instrumento salía de su caja, era una fiesta. Pero con el paso del tiempo, aún reconociendo los buenos momentos de su rasgueo y sabiendo que con ella está parte de la historia familiar, surge la pregunta: ¿Ahora qué hacemos con ella? ¿La dejamos dormir eternamente en su caja aterciopelada? ¿Callamos su sonido? ¿Le damos voz? 


Por eso, gracias a las Ciencias de la Documentación sabemos la importante labor que desempeñan los archivos, bibliotecas, centro de documentación y museos respecto a la conservación de objetos valiosos, raros y curiosos en beneficio de la sociedad en general. Es necesario buscar asesoramiento sobre cómo hacer donaciones (o venta si fuese oportuno y necesario) de esos recuerdos preciados pero "caídos por sorpresa", para que tengan un reposo digno. No es fácil dar el paso por el desconocimiento general que hay a la hora de proceder, y porque el sentimentalismo ejerce un gran poder a la hora de decidir y responder a la pregunta "¿Ahora qué?" 

AEDOM (Asociación Española de Documentación Musical), al agrupar a cuantas personas e instituciones se interesen en las funciones propias de las bibliotecas, archivos y centro de documentación relacionados con la música, es un referente  de consulta en materia de documentación musical en todos los aspectos. Una fuente de información más para intentar dar respuesta a la pregunta anterior.

Por el momento nuestra guitarra protagonista está siendo examinada a la espera de un diagnóstico y un desenlace feliz.


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