CARMEN ARROYO MARTÍN
Antes de que las muñecas de la calle Saint Honoré de París y
posteriormente las revistas con sus grabados de moda fueran los medios
utilizados para la difusión de los cambios en la indumentaria marcados por la
corte francesa, las esculturas funerarias y las placas conmemorativas,
denominadas brass, situadas en el
suelo de iglesias de Inglaterra y Flandes[ii] durante
la Edad Media, se pueden considerar los antecedentes a los figurines de moda.
Estas planchas sepulcrales eran de latón, cortadas con la forma de figura
humana y grabadas con el traje detallado minuciosamente del difunto (Laver
2008: 68).
Las revistas de moda existían ya durante el siglo XVII, pero su difusión
masiva se produjo a partir de 1820. Los editores de periódicos solían lanzar
revistas de moda como suplemento de publicaciones diarias de mayor tirada en
sus negocios editoriales para atraer al público femenino. Mucho antes de la
invención de internet y el acceso a la información en tiempo real, e incluso a
la aparición de la radio, el cine y la televisión, el único medio de difusión
de masas que existió fue la prensa escrita, cuya oferta editorial se fue
adaptando a la demanda, influida por los cambios técnicos que se desarrollaron
en el siglo XIX, que permitió aumentar el número de revistas y periódicos
existentes.
Las suscripciones se convirtieron en la forma de ingreso habitual y
permitieron ajustar las tiradas a la demanda real, evitando pérdidas y riesgos
para las empresas. En España, revistas como La
Moda Elegante (1842-1927), una de las revistas de moda más importantes
durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, insertaba con asiduidad
avisos a sus suscriptoras para que confirmaran su continuidad con el fin de
adecuar su tirada al número de suscriptoras reales. Este proceso lo sitúa
Martínez (2001: 31) entre los años treinta del XIX y primer cuarto del XX.
En cuanto a las firmas femeninas que aparecían en las revistas dirigidas
a mujeres, de acuerdo con Puigarnau (2005), las revistas femeninas servían para
moldear a las lectoras de una época determinada según el patrón sociológico del
grupo en el que pretendía incluirse, de ahí que nos encontremos con diferentes
tipos de autoras, dependiendo de su postura más o menos conservadora en
relación al papel de la mujer en la sociedad. Mangini (2001: 26) constata que
«A pesar de las mejoras pedagógicas que encontramos en el Madrid isabelino y
luego con la revolución de 1868, la represión de la mujer y su pobreza cultural
seguían intactas». La mayoría de las mujeres durante el siglo XIX seguían
siendo analfabetas, pero las ilustraciones que acompañaban al texto de las
revistas, que constituyeron un lenguaje propio, permitieron que la moda se
difundiera. El lenguaje utilizado en este tipo de publicaciones estaba sujeto a
los cambios sociales como ocurría con la propia indumentaria. Ruane (2009: 88)
establece que «La moda, como la guerra y la política, era noticia», y durante
el siglo XIX la única vía de información para las mujeres fueron las revistas
de moda.
A través de sus páginas y fundamentalmente de sus ilustraciones, podemos
seguir, paso a paso, los avances de una técnica que a partir de un determinado
momento entra en un proceso de renovación y modernización imparable. Desde los
primitivos grabados xilográficos, pasando por la calcografía, la litografía o
el fotograbado, para llegar a las modernas técnicas fotográficas y de
reproducción, la prensa femenina es exponente indiscutible de esa renovación
tecnológica, de la que en ocasiones fue pionera. En España los grandes centros
difusores de prensa, incluyendo las revistas de moda, fueron Madrid y Barcelona
(Viñes Millet 2001: 357).
Muchos escritores utilizaron las revistas de moda de la época como
plataforma para darse a conocer. No obstante, resulta llamativo que la mayoría
de las revistas de moda, especialmente destinadas al público femenino,
estuvieran dirigidas mayoritariamente por hombres, aportando un toque
paternalista a los contenidos. Esto denota la posición de la mujer hasta bien
entrado el siglo XX, donde ya empiezan a aparecer como norma habitual
directoras. Las revistas de moda se nutrieron de colaboradores y colaboradoras
de prestigio que aportaron con su pluma calidad a la publicación. Algunos
firmaron con su nombre real, otros bajo un seudónimo y fueron habituales los
criptogramas que no tenían por qué coincidir con las iniciales del auténtico
nombre.
Durante el período de entreguerras que transcurre entre 1918 y 1927, las
revistas de moda fueron adoptando las nuevas tendencias en ilustración y
composición influidas por movimientos como el Art Déco y los movimientos de vanguardia provenientes de París. En
países como Rusia, las portadas de las revistas de moda de los años veinte
tuvieron influencias claramente constructivistas, estilo que desarrolló
Alexander Rodchenko (San Petersburgo, 1891-Moscú, 1956), artista polifacético
que participó en la Exposición Universal de las Artes Decorativas de París en
1925, y estuvo casado con la diseñadora Bárbara Stepanova[iii].
Dado el carácter internacional de la moda y los temas relacionados con
la mujer, se pueden encontrar ejemplos de estas publicaciones en países
alejados de la cultura occidental como Irak. Layla[i]
fue la primera revista para mujeres publicada en ese país, editada por Paulina
Hassoun (¿?-Jordán, 1969). Se editó entre 1923 y 1925, y trataba temas nuevos y
útiles relacionados con las ciencias, el arte, la literatura, la sociología y,
en particular, sobre cómo criar a los hijos, la educación de las niñas, salud familiar,
y otros asuntos relacionados con la economía doméstica. No era una publicación
de moda al uso, y la inclusión de imágenes se reducía a unos cuantos dibujos
que representaban figuras femeninas, pero por su contenido puede compararse a
las revistas femeninas publicadas en España durante el siglo XIX. Layla
marcó el comienzo de la prensa para mujeres en Irak, y a la revista se le
atribuye el mérito de ser uno de los factores responsables de la aparición del
movimiento feminista árabe.
![]() |
Revista
femenina Layla, 15 de enero de 1924. Archivo y Biblioteca Nacional de Irak.
|
[i]
Este
post forma parte de uno de los capítulos de mi tesis titulada «La
Moda Elegante Ilustrada en el período de entreguerras (1918-1927). Análisis
documental», que leí en 2017 (¡cómo pasa el tiempo!). y donde se analizaban los
antecedentes de las revistas de moda en el período de entreguerras 1918-1927
(último año de publicación de La Moda Elegante, la revista objeto de
estudio de mi tesis).
[ii] Dentro de la colección del Rijksmuseum
se conservan diez figuras de plañideras que rodeaban la tumba de Isabel de
Borbón, esposa de Carlos el Temerario, vestidas con los trajes representativos
de la época.
[iii] Así lo confirmó Estrella de Diego en la
conferencia «Vestir de Déco» en la Fundación Juan March el 14 de abril de 2015.
[iv] Disponible en Biblioteca Digital
Mundial: https://www.wdl.org/en/item/2840/. [Consulta 03/05/2020].
Bibliografía
ARROYO MARTÍN, C., La Moda Elegante Ilustrada en el
período de entreguerras (1918-1927). Análisis documental. [Tesis doctoral].
Universidad Complutense de Madrid, 2017.
LAVER, J. Breve historia del traje y la moda.
Madrid: Cátedra, 2008, p. 324.
MANGINI, S. Las Modernas de Madrid. Las grandes
intelectuales españolas de la vanguardia. Barcelona: Península, 2001,
MARTÍNEZ MARTÍN, J. (Dir.). Historia de la Edición en
España, 1836-1936. Madrid: Marcial Pons, 2001, p. 527.
PUIGARNAU TORELÓ, M. Estudio comparativo entre dos revistas
de moda: La Moda Elegante (1898) y Telva (2005). En VI Congreso de Moda.
Navarra: Universidad de Navarra, 2005.
RUANE, C. The Empire’s new clothes: a history of the
russian fashion industry 1700-1917. New Haven, London: Yale University
Press, 2009, p. 256.
VIÑES MILLET, C. (2001). La difusión de la moda a través
de las publicaciones periódicas. En MONTOYA RAMÍREZ, Mª I. (coord.). II
Jornadas Internacionales de Moda y Sociedad. Granada: Universidad de Granada,
2001, p. 355-362.
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